25 abril 2010

Hasta que yo demuestre lo contrario Vol I

Desahogo: momento crucial en el que quieres mandar a todos y a todo a la mismísima mierda.
Y así será hasta que yo diga lo contrario…


Esto es un mensaje que puede ser escuchado por niños y adolescentes sin la atención de sus padres, madres o representantas. Padres, madre y representantes, siéntanse en confianza, ustedes también están invitados.

Todo empezó a partir de esta frase: ¿Qué necesidad hay de que se la tomen en serio? Ni que se fueran a ganar un novel. Inmediatamente, como si todas mis neuronas hicieron explosión en ese instante y miles de minis yo corrían por sus vidas en mi cabeza sentí que algo llamado furia surgió de mis poros como pólvora que ardió en llamas. ¡¿En que (censurado) estaba pensado esa (censurado) para darse el lujo de menospreciar el esfuerzo de un escritor, o de alguien que pretende serlo algún día?! ¡Inaceptable! Viendo como las palabras salían de su boca y se enterraban en mi como dagas, hice un viaje al pasado donde la oía a ella leernos su tarea. Cuentos que sinceramente me hacían querer mejor más y más para poder estar a ese nivel. Eran geniales, la chica tenía mucho talento. No quería tampoco rebajarme tanto para pensar que ella era mejor que yo, nadie puede mejor que nadie, solo diferente. Sin embargo, aun así a veces sentía que para ella era fácil dominar ciertos temas que yo remotamente podría tratarlos. Así que me esmeraba aun más para lograr lo que para ella era fácil.

Pero eso no implica que por que tengas el talento, menosprecies el trabajo arduo de lo demás. Puede que entre el montón de palabras e incongruencias que salían de su boca tuviera que darle la razón. Esa clase no era tan importante como las demás, no que quiera desfavorecer a la clase ni mucho menos a la profesora. Todas las clases son importantes por igual cuando hablamos del nivel universitario, pero hablando claro… Reprobar esa materia era símbolo de estupidez. Debes ser el Rey de los Tarados por que esa clase se aprobaba con los ojos vendados.

Sin embargo, ese pequeño punto era el único salvable en su discurso rimbombante e innecesario. Tuve una suerte de alivio emocional y espiritual cuando tuve la oportunidad de hacerla callar – claro, dejando en claro que aun así respetaba su opinión, a pesar de que me ponía la sangre negra de solo oírla -.

Ahora, es de muy mal gusto que quieran hacérselas de sabio aun cuando eres un simple mortal como los demás. Nunca sabrás lo que es un reto para lo demás, así que hay que tener cuidado con el terreno que se piensa pisar, ese podría ser el territorio más hostil y cruento de todos.

PAZ!

Yo quiero...

Yo quiero… alguien a quien abrazar cuando se me antoje y que me abrace de igual manera.

Yo quiero… alguien a quien poder besar cuando quiera hasta que me reclame por fastidiosa y luego corra a besarme a mí.

Yo quiero… alguien que sea amoroso y romántico pero que pueda comportarse como un amigo.

Yo quiero…alguien con el cual discutir y aunque nos digamos toda clase de insultos, al día siguiente o a la semana estemos buscando disculparnos solo porque somos inmaduros.

Yo quiero… alguien que sea un completo idiota a veces y que yo tenga que darle la bofetada del entendimiento.

Yo quiero… alguien a quien pueda odiar y amar a la vez.

Yo quiero… alguien que se esfuerce por hacerme un halago aunque sea imposible y no lo pueda lograr.

Yo quiero… alguien que me sorprenda un día con una flor o un regalo inesperado, aunque sea pequeño.

Yo quiero… alguien que se aburra ir conmigo al cine a ver un película tonta y que me haga sentir culpable para terminar compensándolo por acompañarme.

Yo quiero… alguien a quien pueda criticarle la fea camisa que carga, que se moleste y al final entre en razón aunque no quiera admitirlo y me lleve la contraria, no obstante termina haciéndome caso.

Yo quiero… alguien que me haga sentir celosa por cualquier cosita insignificante.

Yo quiero… alguien que se sienta orgulloso de mostrarme ante sus amigos.

Yo quiero… alguien con defectos.

Yo quiero… alguien que se olvide del aniversario y que intente compensarlo al día siguiente.

Yo quiero… alguien que se preocupe por mí.

Yo quiero… alguien que me haga reír.

Yo quiero… alguien que al menos comparta un cuarto de mis intereses.

Yo quiero… alguien que sea un completo tonto adorable.

Yo quiero… alguien que me haga esperar por un mensaje toda la noche y al final nunca llegue porque su celular dejo de tener saldo.

Yo quiero… alguien que sea honesto.

Yo quiero… muchas cosas en alguien…

Pero solo te quiero a ti… pero para cumplir todos mis requisitos tontos y románticos aun te falta por cumplir el más importante: Amarme.


Estas son las cosas que escribo cuando me atonta algo... Para nada pues, porque a los días me rio de ello...

You Keep Hangin On – The Supremes

Set me free, why dont cha babe
Get out my life, why dont cha babe
cause you dont really love me
You just keep me hangin on
You dont really need me
But you keep me hangin on

Why do you keep a coming around
Playing with my heart?
Why dont you get out of my life
And let me make a new start?
Let me get over you
The way youve gotten over me

Set me free, why dont cha babe
Let me be, why dont cha babe
cause you dont really love me
You just keep me hangin on
Now you dont really want me
You just keep me hangin on

You say although we broke up
You still wanna be just friends
But how can we still be friends
When seeing you only breaks my heart again
And there aint nothing I can do about it

Woo, set me free, why dont cha babe
Woo, get out my life, why dont cha babe
Set me free, why dont cha babe
Get out my life, why dont cha babe

You claim you still care for me
But your heart and soul needs to be free
Now that youve got your freedom
You wanna still hold on to me
You dont want me for yourself
So let me find somebody else hey!

Why dont you be a man about it
And set me free
Now you dont care a thing about me
Youre just using me
Go on, get out, get out of my life
And let me sleep at night
cause you dont really love me
You just keep me hangin on…

Y todo empezo por...

Sunrise - Duran Duran

Now the time has come, the music between us
Though the night seems young - is at an end
Only change will bring you out of the darkness
In this moment everything is born again

Reach up for the sunrise
Put your hands into the big sky
You can touch the sunrise
Feel the new day enter your life

Now the fireball burns, we go round together
As the planet turns into the light
Something more than dreams to watch out for each other?
'Cause we know what it means to be alive

Reach up for the sunrise
Put your hands into the big sky
You can touch the sunrise
Feel the new day enter your life

Feel the new day enter your life

Reach up for the sunrise
Put your hands into the big sky
You can touch the sunrise
Feel the new day enter your life

24 abril 2010

The Milky Way oh the Words

Lo escrito y lo que esta por escribirse forman una extensa constelación de prosas y versos; una Vía Láctea de palabras. Nosotros somos pequeñas estrellas que brillan esperando formar parte de ella. Sin embargo, en nuestro viaje podemos toparnos con sendos caminos repletos de agujeros negros, lluvias de meteoritos…o algún cometa perdido. Algunas veces podemos chocar con alguna nave espacial a rebosar de codiciosos seres que quieren hacerse de nuestra luz; otras veces nuestro fuego es capaz de irse en nuestra contra, nos incrementamos hasta hacernos Supernova y pronto explotamos llevándonos todo a nuestro paso.

Por ello, no hay porque apurarse para ser parte de una constelación, al fin y al cabo solo seremos principiantes en brillar y no seremos nada más que un insignificante punto sin luz en medio de un montón de estrellas.

Tomemos nuestros tiempo en desarrollar nuestro brillo. Hagamos aventuras y conozcamos más de las estrellas que más brillan en esta constelación. Aprendamos equivocarnos, a recibir tildas, a mejorar; que algún día, muy pronto o muy lejano, si en verdad queremos brillar, tarde o temprano seremos parte de tan ambicionada constelación.

Seremos una estrella más que brilla en la eterna Vía Láctea de las Palabras…

16 mayo 2009

Unicornios Rosa al Rescate

Unicornios Rosa al Rescate

“Un día soleado en Saltadilla”
“-¡No, Monstruos, Ah!”
“¡Uh no, es Mojo Jojo que vuelve con otro plan maligno! ¡Corre Saltadilla, corre por tu vida!”
“-¡Alcalde, debe hacer algo, llame a las Chicas Superpoderosas, rápido!”
“-Un momento señorita Bellum, que estoy terminando mi trenecito a escala, dígame, ¿no ha visto la pieza N° 35483?”
“-¡Muajajajaja! ¡No tienes hacia dónde escapar, Saltadilla! ¡Yo, Mojo Jojo, he creado un plan maléfico contra…!”
“-¡Detente ahí, Mojo!”
“-¡Chicas Superpoderosas! ¡No..!”
“-¡No permitiremos que…!”
-Papá, ¿por qué la apagaste? Esa era la mejor parte.
Si Andrés Alonso reuniera un bolívar por cada vez que se ilusiona y pensaba que el nuevo día le traería algo innovador, definitivamente se haría rico. El despertar calmado luego de la acostumbrada noche agitada con Anita de los martes, levantar a sus hijos para la escuela, luchar a muerte con la ridícula corbata de lunares, el desayuno de todos los días, cada cosa en su lugar, hecho religiosamente sin salirse de la rutina, era como si siguiera un horario establecido imposible de cambiar. Juraba que hasta los cinco minutos que duraba en el baño haciendo del cuerpo estaban estratégicamente contados. Pero ese día estaba siendo diferente, comenzando por el punzante dolor en la columna producto del resorte sobresaliente del colchón, que lo hizo llegar casi a rastras al baño sin contar que éste ya estaba ocupado por la hija mayor debido a que el otro se le había descompuesto. Ignorando el pequeño desperfecto, Andrés siguió con su mañana como cualquier otra, pero el mundo parecía estar en contra de ello.
La pequeña de la casa lo había obligado a salirse del camino directo hacia el desayuno al descubrirla embelesada con una caricatura de tres niñas cabezonas, aún sin vestir y con el transporte que la llevaría al colegio a punto de llegar. Más adelante se encontró a su mujer discutiendo con el quinceañero de su hijo por X cosa, con el desayuno ausente. Sin embargo, Andrés era de mente y fortaleza, así que ignoró esa serie de eventos desafortunados para su rigurosa agenda matutina y se despidió de la familia Alonso, esperando, algo nada ansioso, la larga jornada de trabajo que tendría en la oficina. Se montó en su camioneta Avalanche y puso en marcha sin mirar atrás.
-o-o-o-o-o-
Caracas estaba colapsada. Luego de ser testigo de un sismo reciente, ese día la ciudad había decidido entrar en caos y en pánico. Suicidios o intentos de ellos en las vías del metro; peleas entre taxistas, moto taxistas y autobuseros; tráfico, colas; vagabundos vagabundeando; escasez de gasolina. El Apocalipsis estaba cerca y se reía a carcajadas de nosotros. Andrés Alonso seguía con su camino, atascado en una cola que no parecía ir a algún sitio; pero, lejos de inquietarse por eso o porque estaba llegando media hora tarde a su trabajo, logró encontrar una salida a su problema; una vía alterna que lo llevaría a un nuevo y diferente destino del acostumbrado: un café, un establecimiento impoluto y tranquilo, con una suave música de fondo y atractivos meseros de ambos sexos yendo de aquí para allá. Un desayuno ligero y un café fue suficiente para calmar los retorcijones de su estómago; pagó y no esperó mucho para irse e intentar probar suerte con el tráfico, después de todo ya tenía una hora y media de retraso, pero antes de salir y llegar a su carro, tropezó con una señora en medio de una multitud, ocasionando que un montón de bolsas de mercado cayeran al piso.
-¡A, mi’jo, como lo siento! No me fijé por donde iba.
-No se preocupe doña. Venga, le ayudo. – Andrés recogió el pequeño desastre que había ocasionado y se lo entrego caballerosamente. Se despidió y siguió adelante como si nada hubiera pasado, tambaleándose un poco.
-o-o-o-o-o-
El día continúo su curso para Andrés Alonso o mejor dicho: El Hombre Araña, que había venido desde muy lejos para luchar con el Guasón en su nave Enterprise, sin embargo, el ambiente debía de tener Kriptonita en el aire, las nauseas y el vértigo al volar eran más fuertes de lo que pensaba y esperaba caer en el vacio…Hasta que apareció Pitufina y sus asexuados pitufos al ráscate. Antes de lanzarse al espacio exterior y quedar flotando en medio de la nada, El Hombre Araña, fue atendido con gentileza por esos pequeños seres azules, como siempre tan encantadores, le pidieron “Por Favor” si podía entregar “por las buenas” el Chip que activaba el único control remoto del universo capaz de abrir la mina de diamantes y oro en Plutón. Su aldea había sido destruida por un terrible tornado –el mismo que se había llevado a aquella niña al mundo de Oz- y necesitaban el dinero para subsistir. Pero fue detenido en plena entrega por un grupo rebelde de Hipopótamos con Tutu que bailaban el cascanueces, atropellándolo sin contemplación. Era un mal día para El Hombre Araña, las cosas se estaban poniendo negras en Ciudad Gótica y solo alguien podía salvarlo. Rudolf, el Reno de la Nariz Roja, que sin mirar atrás entro por una ventana, sin embargo sus intenciones eran malignas. Distrajo a El Hombre Araña contándole un chiste malo que lo hizo reír y reír tan pero tan fuerte que la casa de los tres cochinitos se desplomo en picada. Apareció Gruñón de inmediato, el Enano de Blancanieves, y sacó a coalición la madre de Gran Pitufo, que no aguantando tal insulto envió a Pitufina a luchar por él. Ella mandaba poderosos derechazos e isquierdazos, pero Gruñón era fuerte y utilizaba impresionantes técnicas kamikazes contra ella. Ajeno al pleito, Rudolf ya se había fugado con la Nave Enterprise, ahora jugaba una partida de todo o nada contra el Primer Oficial Spook mientras se robaba a su novia, la señorita Ujura. Si, era un mal día para todos en cuidad Gótica…
¡Pero! ¿Qué es eso? ¿Es un ave? ¿Un avión? ¡No! Es las Fuerza Policía de Unicornios Rosados que vinieron al rescate seguidos de nada más y nada menos que: Bob Esponja, quien hacía pompas de jabón, sin embargo, El Hombre Araña estaba cansado y soñoliento y por esa misma razón no tardo en caer rendido e inconsciente en medio del espacio, La Ultima Frontera.
-o-o-o-o-o-
Un tren, un autobús, un avión o quizás el Titanic, a decir verdad no lo sabía pero digamos que uno de ellos tuvo que haberle caído en la cabeza. O quizás todos juntos a la vez. Era como volver en el tiempo al día después de su graduación. Y ahora se sentía gelatina.
-¡Esta despertando!
-Estoy sorprendido, es un hombre fuerte, y bien suertudo debo decir. De verdad que tuvo demasiada suerte señora Anita.
-Está algo pálido.
-¡Y como no estarlo luego de lo que tuvo que pasar!
-Cariño, ¿te encuentras bien, como te sientes? – “Define bien” quizás salir de sus labios pero su garganta estaba seca, y su labios pegados, solo un inentendible “Guaguaga” vio la luz. Anita le acero el vaso y le dio de beber.
-¿D-dónde estoy? ¿Q-qué paso? –Dijo. Miro a su alrededor, estaba en una habitación blanca y con el aire acondicionado a todo dar. Andrés Alonso, no recordaba nada de lo sucedido.
-Estas en el hospital. Andrés, si no hubiera sido por esa amable señora, quien sabe que horribles cosas te hubieran hecho.
Bien, ahora si que estaba confundido, la única señora que lograba recordar era la viejecita con la cual se había tropezado. El medico de aspecto de telenovela junto a su mujer, ambos comenzaron a explicar lo sucedido, confundiendo aun más a Andrés.
Asalto, droga, malandros, un vendedor de relojes, pelea en plena avenida… ¡Le habían robado la Avalanche!
Definitivamente, Andrés Alonso había deseado un día diferente, pero de lo que estaba muy bien seguro era de que aquello no era en lo que estaba pensando.

Desirée Moreno

20 abril 2009

Mi Estrella...

Mi Estrella
Solo una estrella brillaba en el firmamento, y solo aquella pequeña luz iluminaba su diminuto mundo. Indefenso y solitario, un niño contemplaba el cielo, se había adueñado de su ahora chiquilla lucecita. Era tan brillante y cálida, solo con verla el pequeño niño olvidaba aquellas penurias que su infantil alma sufría. Ella era su amiga su única compañera.

A veces él desconocía su nombre, tenía tantos que los olvidaba al instante. Bruscos, hirientes y groseros, le entristecía oírlos, lloraba en silencio en las noches, bajo el cuidado de su pequeño alborcito que lo consolaba, su estrella nunca le fallaba.

“Me pregunto, si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día.” Eran sus palabras entre lagrimas y gemidos, el niño siempre había soñado con alcanzar su estrella, aquella que solo debía estar encendida solo para él.

Carente de familia, repleto de dolor, solo era un que poseía un enrome corazón en el cual albergaba sueños y anhelos de cariño y de amor. Solo su diminuta estrella era amable con él, lo acompañaba a curar sus heridas y a veces le arrullaba con una dulce canción en las heladas noches.

Pronto el tiempo fue el tiempo fue pasando, rápido y cruel. El niño se volvió hombre, y su estrella un recuerdo. Había comenzado una nueva vida solitaria y austera, llena de aventuras que nunca supo apreciar, hasta que opto por encerrarse entre muros patéticos de su propia existencia. Exiliado por sí mismo, pronto olvido su pasado, frio y amargado desecho sus recuerdos, sus sueños sus esperanzas. Recordar era sufrir, soñar era lastimarse, tener esperanzas era una pérdida de tiempo. Solo seguía adelante sin propósitos, sin metas, solo por supervivencia.

Era un hombre que desconocía lo que quería, viendo el frente sin pestañar. Pero no duro por mucho. Tenía que aprender y cambiar, tarde o temprano su pasado volvería.
Una congelada noche, agitada en pesadillas y tormentas, un lastimero murmullo de socorro toco su puerta. Era una voz dolorosa y triste, pero le era tan familiar.

—Solo es mi imaginación…

Se dijo y siguió con su deber, la leña pronto se acabaría en su humilde cabaña. Pero se distrajo en el instante, el lastimero murmullo se convirtió en una suave y dulce tonada, una melodía tan triste que le arrebato lagrimas de sus ojos. ¿Qué era? ¿Por qué le partía el corazón oír esa melancólica canción? Sacudió sus tontos pensamientos, era una completa estupidez, solo estaba delirando…

“…Pequeño…”

Aturdido y confundido, hasta un poco asustado corrió al exterior recibiendo el cruel frio sintiendo helados latigazos golpear su piel. Buscó la dueña de la melodía, pero estaba solo junto a una pequeña lucecita en lo alto del firmamento.

“…Mi niño, ¿ya me has olvidado?...” ¿Quién era? Su vista nublada por la ventisca y la nieve le impedía ver algo, pero esa voz le era tan familiar. “…Vivimos tanto juntos, fuiste mi único amigo, te acompañe en tus lagrimas y tus pocas alegrías…Aun recuerdo como te arrullaba en las noches, como me pedias que te cantara hasta que te arropaba con mi luz y te dormías en mi regazo… ¿Aun no me recuerdas?...”

Sus rodillas cayeron al piso, ya no sentía el frio torturar su carne, ni el aliento faltarle. Aquella cándida luz solitaria en el firmamento intensifico su brillar, lo cegó por un instante sin dejar de derramar lagrimas de sus ojos, gotas heladas que bajaban como cristales por sus mejillas. Una cálida caricia y un tibio beso en la mejilla…

El ya sabía quién era ella…

Un último suspiro salió de sus labios, acompañado de solo dos palabras…

“Mi estrella…”

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Un niño y su madre paseaban por el parque. La mujer le relataba al infante una historia que su padre le había relatado de niña, sin embargo el pequeño no le prestaba la debida atención, cosa no tan rara en el niño, estaba más interesado en el firmamento nocturno. Dos estrellas junto a la luna, una al lado de la otra brillaban con increíble fulgor, como dos amantes, sus luces se abrazaban.

—Y entonces el joven y su estrella subieron al cielo para estar juntos por siempre…

—¿Cómo esas de ahí mamá? —señalo al cielo. Había alcanzado a oír el final de la historia, la cual le había decepcionado un montón al no ver en ella batallas y dragones como se esperaba.

Sin darse cuenta, su madre observo a donde su dedo apuntaba. Una luz nostálgica cruzo su mirada de inmediato.

—Si pequeño, como ellas…

Desirée Moreno