10 enero 2009

Caos. Piensa lo que haces, posiblemente este por llegar...



Caos. Efecto Mariposa

Justo en ese momento llego a la conclusión. El caos se volvió mi propio destino, lleno de perdición. El simple aleteo de una mariposa, es capaz de oírse a kilómetros de distancia. Pude oír el débil murmullo de la desgracia, pero lo ignoré por completo, creyendo discreto, que el camino aun no estaba hecho.
Ahora, había presenciado ya, cómo gota a gota, aquella carmesí sangre ya había dejado de emerger de la herida, dejando aquellos ojos ciegos de vida, que tanto tiempo me había jactado de figurar, en las frías y vacías páginas de un altar a la hegemonía, que su hermoso ser significaría, muchos antes de terminar con su vida y llevarla hasta al final. Pero borro sus recuerdos, de mi mente perturbada, que sin querer ha vuelto a encerrarse ensimismada.
Es que tan perdido en medio de mi misma oscuridad, con la luz artificial que alumbra el resto de mis días, paso la mañana esperando el reto del día. Recordando con pesar, aquello que me fastidia, pero que aun así duele, con extrema alevosía, ya que veo injusto, que dicha desgracia disfrute mi terrible malestar. Busco razones, en momentos de ocio e irritación, el significado de mi vida, aquellas preguntas caprichosas, que no salen de mis labios, pero que aun así atormentan mi estado, pero no logro conseguir la calma a mis dudas con respuesta acertadas, solo el silencio me susurra, su incomodo murmullo, aquel que me hace temblar en mis momento de cordura.
Un hombre de muchas lunas, comenzaba su rutina. Su alrededor bullicioso, ignoraba la noticia matutina, emitida por un canal nacional desde una vitrina. Paso frente a sus ojos, ignorantes de mi presencia, que solo se limitan a dejar pasar mi esencia, mientras sumido en sus labores, sigue sin muchos honores, aquellas tareas de contornos entorpecedores. Ilusos seres llenos de discordia y caos, malditos culpables de mi horrible pesar. Los veo con maldad, esperando que sus tristes vidas se destruyan al mismo tiempo con mi caminar, tal como se hizo con la mía, pero sin perder el tiempo, vuelvo a retomar mis pasos, que apurado estoy en llegar.
Hace algunos días atrás, juraba por mi bendita suerte, repleto de respeto, todos alababan mi grandioso brillar. Alegre de mi dicha, no esperaba que la cuita me tocara la puerta sin avisar. Como el aleteo de un mariposa de bellas alas, provistas de encanto y color, pequeñas y débiles, así eran las señales que se presentaban, desprovistas de dureza y significado, que totalmente avisado, las ignore estúpidamente, concentrándome en aquellos hechos que hacían de mi sonrisa un monumento que admirar. Junto a mi esposa e hijos, me digne irrespetuosamente a seguir de largo las toscas rocas, pisándolas, inconsciente del daño que me acababa de ocasionar.
Cuidado amigos míos, con aquellas inoportunas piedras de desgracias y tristezas, que como las alas de una mariposa, son capaces de moverse y formar, desde un simple hecho, el irremediable caos, que con tan solo una pisada de tus desprevenidos pies, explotan sin previo aviso entorpeciendo tus sentidos. Descubriendo al final, de que solo fuiste víctima, de un condenado destino, que con un simple murmullo de orden es capaz de arruinar la magnificencia de una vida entera. Sea grande, o sea pequeña.
Sigo el camino, destinado hacia mi final. Sé que me esperan, en alguna parte de este mundo irreal, lleno de infinita crueldad, del cual solo cada uno es culpable, viéndome irremediable, en tan decadente listado. Ya que desavisado, logre destruir, con solo un movimiento, mi destino truncado. Llego hasta ese lugar desolado, donde ya no puedo ver sus rostros sonrientes, no, sus rostro sonrientes nunca existieron en realidad, solo era una efímera imagen que mi mente buscaba crear.
El frio me cala los huesos, siento mi cuerpo temblar, cada espasmo de dolor que soy capaz de soportar, me sumen en aquellas lagrimas que me había negado a liberar frente a ellos, que ocultos bajo la loza y la tierra y rodeados de cuerpos, se que ahora me observan, con aquella calma atroz que me aterra. ¡¿Pero que quieren de mi, almas sin fortuna?! Que con mi estúpida mente, logre destruir sin dejar rastro de alguna. Vine a no dejarlos solos, esposa e hijos míos, no importa el odio que me procesen, yo los logro entender ¡Dios mío!, ustedes solo fueron víctimas del caos avisado que yo mismo impuse, en sus perfectas vidas desprovista de desdichas.
Tomo entre mis manos, aquella cruel arma escondida en mi pecho. Su punzante final me llama, me pide a gritos que lo utilice, para así acabar con mi vida y llevarme con aquellos que extraño, ansioso de lo que el futuro me reparara. Una última sonrisa, una última mirada al mundo y entierro con devoción, el cuchillo en mi corazón.
Triste aquel que no sepa, que el caos se encuentra en todas partes, piensa antes de mover una pieza, no vayas a estrellarte. Me encuentro en un mundo extraño, desconozco su nombre real, ustedes le dicen infierno, yo le digo oportunidad, donde solo el caos reina, y tengo la esperanza de que termine en un parpadear. Pero es imposible, ser tan tonto al pensar, que mis pecados me salvaran por tan desastroso pasado.
Y justo en ese momento llegó a la conclusión. El caos se volvió mi propio destino lleno de perdición. El simple aleteo de una mariposa, es capaz de oírse a kilómetros de distancia. Pude oír el débil murmullo de la desgracia, pero lo ignore por completo, creyendo discreto, que el camino aun no estaba hecho.

Desirée Moreno


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