26 abril 2010

Hasta que yo demuestre lo contrario Vol II

Desahogo: momento crucial en el que quieres mandar a todos y a todo a la mismísima mierda.
Y así será hasta que yo diga lo contrario…


El día que alguien me diga que encontró en el supermercado cualquier línea para el cuidado del cabello completa, yo misma me inclinare a sus pies y le montaré un altar. Qué tiene en contra los establecimientos en venderme el producto completo sin que le falte el acondicionador o peor… el champú???


El otro día me enamoré de X marca al verla por la Tele. Me creí al pie de la letra el típico comercial que te pone cabezona y con piquiña por correr a la tienda más cercana y dejar un dineral ahí, solo por que viste a un esculturar y operada tipa con un precioso cabello que de seguro se ve así luego de tres horas postrada de culo en una incomoda silla, en manos de una loca, que a un ser tan corriente como tú le cobraría un riñón por el trabajito.


Y que te encuentras en la tienda? NADA. Vació, decepción y un frasco medio vació (el mismo que todas usamos como muestra gratis cuando el vigilante esta distraído).


Pues yo tengo el dato. Ser mujer, ser bella y ser aparentemente perfecta es meterse en un campo de batalla sangriento y sucio, lleno de actos insospechados y herejes. NOS FUERZAN A ASALTAR EL CAMIÓN que lleva el producto a las tiendas en la madrugada; no, peor, nos obligan a hacer cola!! A levantarnos temprano. Estoy clara que el rasgo típico y congénito de un Venezolano es hacer cola, pero esto es irse y salirse de la línea punteada.


PERO QUE NO CUNDA EL PÁNICO! Asi como Ciudad Gótica tuvo a Batman, nosotras tenemos a Farmatodo. Farmatodo, gracias por existir. Eres el Starbucks de artículos femeninos para el cuidado personal más genial de todos. Graciaaaas…


PAZ!

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